18.6.06

Polaroid de sábado a la tarde

Tarde gris, fría. El viento sur congela los pensamientos. Las calles vacías parecen la escenografía del día después. Camino apurada para escapar de este freezer urbano. Veo avanzar por la vereda de enfrente a un hombre en rollers a gran velocidad. Me sorprendo. Camino y observo su desplazamiento, su pelo blanco, deduzco su edad y le adjudico 55 años. El hombre se acerca al cordón de la vereda y alza los brazos como si fuera a levantar vuelo. Baja de un saltito a la calle y sigue su camino. Vuelvo la mirada a mi andar y en el medio de la frente me caga un pájaro. Frunzo el ceño instintivamente para atajar el insulto del ave y tomo conciencia de lo sucedido. Me limpio como puedo y giro la cabeza buscando al autor de la firma. El árbol pequeño lo sostiene en sus ramas desnudas. Nada gano con mirarlo, menos con insultarlo. Sigo caminando, pensando en los azares de la cotidianeidad, en las combinaciones infinitas que tejen la trama de nuestras vidas y en la puntería del pajarraco gris.

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