Vivo en otra capa de la realidad y por
eso me cuesta tanto explicarte que los fines de semana para mí son
una cárcel, un montón de obligaciones pequeñitas que me torturan y
me alejan de lo que soy. Nadie nos dice que encontrar el amor también
significa ceder y tolerar y hacer cosas que no queremos para un bien
común que muchas veces no cubre las expectativas. Vivo feliz de
lunes a jueves dentro de mi mundo y cuando el viernes se acerca
empiezo a sudar, a pensar en meterme muy adentro de mi caparazón y
permanecer en mi hábitat. Trato de convencerme de que una pausa en
mis actividades me hará bien, distraerme, pasear, compartir pero lo
cierto es que mi mente solo piensa en el domingo al mediodía cuando
regresaré feliz a mi casa, a mi trabajo, a mi rutina y a mi semana. La humanidad
entera espera con ansias el viernes, yo lo detesto. Vivimos etapas y
motivaciones y obligaciones diferentes que manipulan nuestra
percepción en forma distinta. Este texto no es reproche porque no se
trata de echarte la culpa. Estoy tratando de entender por qué cuesta
tanto que la maquinaria de este amor funcione aceitada como antes,
por qué ahorita nos chillan las balatas cada vez que frenamos y por
qué me siento mejor extrañándote que compartiendo el mismo
espacio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario