13.10.13

SABADO POR LA MAÑANA

¿Qué me pongo? ¿Hace frío o calor?... mmm… el clima está loco…. Voy de jeans. O mejor de pants y me llevo esta chamarrita por si refresca... nunca se sabe… sí… ahorita les doy de comer antes de salir porque si se nos complica el día se van morir de hambre en la espera… qué bueno que ustedes son perros y comen croquetas así que rapidito bajo y les doy… a ver… vengan… síganme… aha… abro el bote, pongo croquetas en un plato… en otro… y en otro… aquí tienes tú… y tú… y tú… bien! Mientras comen les abro la puerta del patio para que hagan pis cuando terminen su comida… ¡uy! ¡Veo popó! Voy a juntarla. Bolsas… una po… otra po… otra po… y… ¡otra más! Listo, porque después se asoma “el señor” y pone el grito en el cielo avisando que hay mierda en el patio frunciendo la cara a punto del desmayo por los desechos de las mascotas. Hay mejores motivos, cariño, para poner esa cara de asco pero ese es otro tema y ya me iba sin ponerme desodorante así que subo corriendo al cuarto a terminar de arreglarme mientras el silencio se quiebra por un pedido desde el baño: “Amor… ¿me alcanzas papel? Y después… ¿puedes encender el boiler así me ducho rápido antes de salir? ¡Gracias!”. “Sí… ahorita voy” digo aflautando la voz mientras bajo las escaleras rumbo al patio a encender el boiler, paso por la cocina, tomo el encendedor, salgo y veo… ¡más mierda! Enciendo el boiler, miro de reojo la popó que espera ser juntada y la asociación es inevitable: Julio aún espera que le lleve el papel. Verifico que el boiler arda como el mismísimo infierno y enfilo a toda velocidad escaleras arriba, llego con el último aliento y me estiro hasta tomar un banco para subirme al closet a buscar el pack de doce rollos de papel higiénico y darle uno a Julio y distribuir un rollo más en cada baño, por las dudas, ya que me subí que valga la pena. “Aquí tienes…”- digo introduciendo el brazo en el baño. Liberada. Voy a hacer la lista de lugares y cosas que hay que hacer en el centro hoy, sábado por la mañana que Julio no trabaja en la oficina. Yo trabajo en casa. Muchos dirían que soy afortunada (¿Lo soy?). Escribo, dibujo, diseño y para la mayoría de la gente eso es rascarse el ombligo hasta el sangrado. Seguramente piensan que no hago nada porque me ven salir al mercado, me ven salir con mis perros y la asociación rápida es que Julio trabaja y yo no. Error. Gran error. Yo trabajo igual o más que Julio y gano mi dinero. Él no me mantiene pero como yo tengo la suerte (¿Suerte?) de poder trabajar en casa, pago con el sudor de mi frente ese supuesto beneficio. Debo alternar cuestiones domésticas y laborales y desenfocar y enfocar la mente con más rapidez que un tic nervioso. Muchas veces pienso que sería mejor tener una oficina y una secretaria y café calentito esperando en las mañanas, escuchar a mi asistente leerme la agenda del día mientras digo con aire solemne “que nadie me moleste”… Ay… (suspiro) Qué lindo sería tener la mente libre para crear sin correr el riesgo de dejar escapar una idea brillante por atender al cartero. “¿Puedes apagar el bolier?”….hablando de Roma… “Sí… ya voy…” y de nuevo corro escaleras abajo… ya ven… después me preguntan cómo hago para mantenerme en forma: la vida diaria cariño, el trajín de la casa, ¿qué creías, que me pasaba horas en el gimnasio? Todavía no termino de vestirme y Julio pregunta “¿estás lista?”… Le respondo: “Aún no…”… “bueno no tardes… voy sacando el carro y te espero afuera”.  Me invade una furia volcánica y tengo ganas  de gritarle la palabra atorada a media garganta: “¿What?” ¿Qué le pasa a ese hombre? ¿Cómo que me espera en el carro y que no tarde? Hace media hora que recorro esta casa como hámster en su rueda haciendo  todo lo más rápido que puedo para salir a horario y el señor se levanta, se ducha, se viste y me espera en el carro… claro… que la toalla mojada se vaya a colgar sola a la soga, que las puertas se cierren con llave solas, que las mascotas se verifiquen a sí mismas que están adentro y que no haya quedado ningún cable ni nada que puedan comerse los perros…. “beep beeeeeeeep” Julio se impacienta con el carro en marcha… y aun me falta hacer pis. ¿En qué momento dejé de ser una persona para convertirme en un aparato multifuncional sin ninguna remuneración ni reconocimiento?  

Pág: 15 > Del libro: "Mi cuerpo en sepia"
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