13.5.06

A veces...

A veces me quiere mucho. A veces, poquito. A veces, nada. Tengo el pasado lleno de margaritas peladas que después de responder mi pregunta, arrojé a la nada.
A veces (muy pocas veces) sentí que podía domar el potro salvaje de mi existencia. Aferrada a mi margarita bienhechora bailé y canté y pronuncié su nombre entre acordes y suspiros. Pero como dice Sabina: “…no sabía que la primavera duraba un segundo…” El otoño marchitó mi ilusión.
Estoy cansada de vivir deshojando margaritas. Es un error atribuir funciones oraculares a una flor. Peor es convertirse en pasatiempo de un titiritero sin corazón, que nos mueve a su antojo, nos levanta hasta el cielo y nos vuelve a guardar en valijas sin aire.
Hoy decidí arrancar de mi jardín esa maldita indecisión de quienes tienen “alma de margarita”. Descubrí que mi tierra sigue fértil y aquí estoy: bajo el sol tibio de mayo, envuelta en perfume de jazmín, sola pero conmigo, llena de mí. Es una buena forma de volver a empezar.

No hay comentarios.: