29.8.06

Se vive...

Se vive en una especie de postas: el día le pasa la posesión del tiempo a la noche, y la noche hace lo mismo con el día. La euforia cede su control ante la tristeza; la lluvia moja el sol y el sol seca la lluvia. Un beso borra una herida y una herida acaba con los besos. La ausencia reclama presencia y la permanencia desemboca en soledad. Sentimientos no correspondidos o mal entendidos o en el momento equivocado nos hieren como las secuelas de un amor consumado y consumido. ¿Todo lleva al dolor? ¿No hay manera de ganar terreno en esta carrera hacia la tumba? Se me ocurre una solución simple: reír. Sacar la cabeza por la ventanilla del colectivo y gritar “la puta que vale la pena estar vivo”. No sé muy bien si después de eso me sentiré mejor, cuando me vuelva a acomodar en el asiento y descubra las caras de mis compañeros de viaje. A veces, lo único que nos salva es el absurdo.

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