Los besos hay que darlos porque si no se pudren adentro. Si no encuentran destinatario se achicharran como pasas de uva y huelen a podrido. Y vamos por la vida con el peso enorme de los besos sin dueño. Y eso se nota en la cara. Y en la actitud hacia los demás. Y en el sabor amargo de tener tantos besos guardados para alguien que no llega.
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