8.12.06

Un tropezón no es caída, pero muchos sí

Si alguien pregunta por mí decile que quise ganarle a la huesuda y me morí antes de que me viniera a buscar. Decile que me fui al paraíso a transpirar placeres hasta que se me seque la piel. De las personas que me hicieron mal ya ni me acuerdo y quizás por la sumatoria de tropezones que se hicieron gran caída es que ahora junto mis cosas y me voy. No llevo nada más que la ropa. Mi vida en este cambalache de soledades terminó. Voy adonde mi alma me pide a gritos que la lleve. Mi fortuna se calcula en abrazos, en bienes inmobiliarios del espíritu (recuerdos), en ganas de levantarme otra vez a pesar de tantos moretones. Si alguien te pregunta por mí, decile que me fui, que el paraíso existe, que ahí voy a estar muchos años hasta que la muerte pase por mi barcito de la playa y entre tequila y estrellas que no quieren apagarse nos confesemos esos dolores que hermanan. Y ahí quien te dice, tal vez me la perdone y me regale una vuelta más en esta calesita de sortija difícil.

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