Se me ocurre que este sueño no es tan irreal y que esta noche no es umbral de madrugada. Me hace gracia verte cruzar de vereda, una y otra vez, persiguiendo rayitos de sol. Yo te miro desde mi balcón, cómoda entre almohadones de recuerdos y amores viejos. Cuido mi nuevo jardín pequeño, con flores frágiles y perfumadas. Espero que dejes de saltar cordones ahuyentando pensamientos que escapan como palomas asustadas y te quedes conmigo en la hora de las calles desiertas.
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