La rescaté de rabias destructivas y ahora está conmigo.
Hoy persigue al sol
aunque sus pétalos tengan humedad, cicatriz del “antes”
y mira al cielo con una gran sonrisa, sello del “después”.
Sus patitas chuecas señalan que siempre hay dos caminos.
Tiene manchitas de verdín en sus pétalos amarillos
y yo en algunos rincones del alma
donde el sol todavía no llegó.
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