24.9.07

Tango

Lo único que hace que se me piante un lagrimón es el Buenos Aires
d
e la década del 40,
con una Avenida Corrientes llena de bandoneones
y la
punta del Obelisco asomando a la segunda mitad del siglo.
Aquella mujer me cantaba tangos sin saber
que construía mis recuerdos más valiosos.
Es que siempre quedan esas tardes de vereda
s desiertas,
de sol en el umbral, de calesita y plaza.
n siento el calor de su mano en mi manito
y retumban
nuestras risas en algún rincón de mi silencio.
Desde lejos
ya no siento aquella tierra como mía, sin embargo ese pedazo de tiempo, aislado en un cubo sin geografía exacta,
aparece para sensibilizar corazas.
No se puede volver atrás. No puedo decir lo que no le dije pero
lo vivido fue suficiente para sentir que ella me habla
en cada queja de bandoneón.
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