No es fácil quererte con desapego. No puedo fingir que no me importa si me hablas o no, si me miras o me ignoras. Te observo desde la oscuridad, flotando en una cáscara de nuez a la deriva en el vaivén de las olas. No hay podio ni exclusividad. No hay carrera que ganar. El premio es un presente fugaz como tu mirada en mis ojos. Un beso igual al que se llevan otras bocas sin más mérito que la oportuna cercanía. Un premio mayor que no está en juego aunque me muera por apostarle todos mis versos.
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