Voy a colgar los botines y esperar
pacientemente que el tiempo cure. Yo sabía que tanto mar revuelto
era un mal presagio. De repente dieron las doce, el encanto se acabó
y mi amor se evaporó. Ahora queda esta sensación de muerte, esta
necesidad de rescatar lo bueno que vivimos para pensar que el dolor
valió la pena. Todo lo que nace muere, lo bonito se marchita, lo
puro se contamina. No bastan las palabras porque ya no creo en esta
historia. De aquí en adelante voy a enfiestarme conmigo, voy a
organizar mis horarios “a gusto e piacere”, voy a recordar
que nos quisimos y a llorar cuando haga falta. Devoraré libros y
pizzas, cantaré a los gritos cuando maneje mi auto nuevo, tomaré
vino en la cena y mate en la mañana, disfrutaré de una peli en la
cama y miraré mi billetera gorda... el dinero no hace la felicidad
pero te deja en la esquina.
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