La
madrugada nos volvió a juntar para filosofar como aquellas noches en
La Plata. Esta vez sin alcohol ni cigarros ni porros. Sin manos
inquietas, sin besos en tu boca, sin poder ver tus ojitos casi
cerrados. Y a pesar de tantos días en otros brazos y tanta distancia
y a veces silencios, basta una sonrisa tuya, una palabra y otra
madrugada en que te aparezcas así para dar vuelta mi mundo y volar
de regreso a pedirte que hagamos una segunda parte que sea buena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario