Mi diccionario interactivo y personalizado contiene palabras (como AMOR – DESPEDIDA – BESO) ilustradas con varios párrafos y nombres adheridos. Escondida detrás de una gruesa línea roja está la palabra “ILUSIÓN”.
El significado de ese vocablo lo aprendí cuando era muy chica esperando a un tal Pérez que tenía un negocio de compra y venta de dientes. Una vez por año, además, insomne, en las calurosas noches porteñas espiando la visita de camellos y hombres extraños. Y todos los días cuando despertaba y no conocía otra vida que el juego infantil.
Un día decidí no pronunciar más esa palabra ni vivir su significado. Su antónimo es perverso y me hiere de muerte. Alguien dijo que de ilusiones también se vive y yo agrego: de decepciones también se muere.
Entre la posibilidad y el hecho concreto vive la ilusión. Yo salteo ese estado intermedio como quien sube la escalera de a dos peldaños. La posibilidad es un “todavía no existe” y la concreción es eso, precisamente. En esta paleta no hay escala de grises. Es todo o nada. Demasiados sueños se me volaron como arena en una playa poseída por el viento. Demasiados “no” siguieron a los “quizás”. Y a uno se le graba a fuego el motivo del dolor. No quiero sufrir más en cómodas cuotas de cinco o seis “tal vez” por año. Soy el presente. Un hoy sin medias tintas.
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