En lugar de deshojar margaritas cruzo saltando las sendas peatonales de Abbey Road. A cada rectángulo blanco una sonrisa, a cada senda-pétalo una misma respuesta: mucho. Cada salto es un beso que le doy y no importa si hoy no está conmigo porque siempre vivió dentro de mí. Es la soga que me rescata del pozo y viene con acordes de Beatles y un lunes de noche y panqueques pegados en una sartén. Hay una historia escrita con música que espera convertirse en piel con piel. The smiles are returning to the faces… and I say it’s alright…
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