15.6.06

Era necesario, sí.

¿Era necesario que te fueras para que yo pudiera renacer? ¿Era preciso este enroque ausencia-presencia? Un logro más en mis esfuerzos por salir a flote. Una gambeta imprevista que le hice a mis fobias. ¿Cómo me explico este manantial de autosuficiencia que brotó apenas te fuiste? La culpa fue mía por quererte demasiado, por cuidarte más que a mí. Por usarte como bicicleta con rueditas para no caerme. ¿Y ahora quién me frena en esta noche de alma hinchada de amor propio? Tengo ganas de salir corriendo a tocar timbres y contar lo que me pasa. Hay en mi boca un sabor a revancha y una dedicatoria firmada por mi rabia contenida. No puedo dejar de pensar que te perdiste lo bueno; que copiando a Sabina: “la paz que has elegido es peor que mi guerra”. Y tengo que concluir, aunque me lastime la contradicción, con un escueto: “gracias por no estar’”.

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