6.11.06

Cajón de manzanas

Dejé el mar encerrado en sí mismo. Volví a esta ciudad de avenidas que se atraviesan como lanzas hiriendo el cuadriculado cajón de manzanas con semáforos en rojo y noches que se hicieron pasado demasiado rápido. La desilusión puede ser un eficaz salvavidas para llegar hasta tierra firme. Y dejar que ese mar de fondo turbio se trague estos versos suicidas. El cielo que antes no tenía límites ahora cabe en una ventana aunque ya no cuento las estrellas ni le hablo a la luna que hace oídos sordos a tanto lamento en serie. Hay un laberinto en cada espejo, un límite opresor en cada cielorraso del insomnio. Puedo mandar mi sombra por mail para que alguien la pasee por Leblon como un perro perdido. Puedo volver y verte y alegrarme porque viniste pero mientras te saludo como a un extraño cierro un capítulo de nuestro libro haciendo ruido para que lo escuche todo mi cuerpo.

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