30.5.07

Tercer deseo

Si me concedieran la concreción de un tercer deseo pediría un extenso y minucioso listado de razones y explicaciones sobre mí. Un mapa de acertijos resueltos, de enigmas acorralados por respuestas concretas. Dudas eliminadas por verdades irrefutables. Me gustaría llegar al minuto noventa de esta película de bajo presupuesto para que se revelen todos los misterios del guión que escribo desde que nací. Debo confesar que muchas veces la sala se quedó vacía mientras mi film se proyectaba. Ni un espectador para mis imágenes. No pretendo Oscars y mucho menos mi nombre en la vereda de Hollywood. Ya saben que no me cabe ni un payaso de aquel circo. Me conformo con un público sencillo, como yo, que me ayude a poner la película en foco cuando amagan las tormentas y se quede a debatir conmigo después de los títulos; porque en la oscuridad de la sala somos todos iguales, sólo sirven las voces y las manos. Y no sé qué te llamó la atención en los carteles de afuera de mi cine, qué curiosa razón te hizo entrar y acomodarte tan cerca de mí. ¿Será que justamente no hay que hacerse preguntas y anular el tercer deseo? Y hacer uso de la voz y de las manos y de tus ojos que me buscan y me encuentran y no se alejan de los míos aunque por hoy la función haya terminado.
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