A veces el sol está en el fondo del charco y hay que embarrarse hasta el cuello para rescatarlo y volver a colgarlo allá arriba. Esta vez lo encontré un domingo al mediodía cuando despedía al verano, siempre tan apurado por irse a otro hemisferio. Me di cuenta que ese sol tibio que lucha en desventaja con el viento helado trajo para mí una montaña dibujada por pequeñas manos. Y ojos que buscan espejos para mirarse a sí mismos y empezar a quererse.
-
1 comentario:
Hola, primero que todo gracias por el link, es un gusto.
Después, sobre charcos y barro.
Cuando hay un ecplipse de sol los charcos son muy útiles para poder ver el ecplipse en forma indirecta y no quedarse ciego-encandilado por mirarlo directamente.
Sobre el barro, este fin de semana tuve que hablar con un cliente que por más que estaba refregandose en el barro seguía siendo tan pedante para dar órdenes. Arggg! me llenaba de bronco... hay algunos que ni en sus peores momentos tiene un dejo de humildad.
Saludos.
Publicar un comentario