Juntamos entre las dos los años que se nos cayeron del bolsillo. Algunos ya no sirven, ni siquiera de recuerdo. Sin embargo el sueño pegajoso de la inacción se cortó de golpe y despertamos con ganas de justificar nuestra existencia. Cuántas cartas encerradas en botellas virtuales salieron de mis dedos y se las tragó el mar! Hoy tengo calles que me gusta caminar y un cielo que a veces no se ve, escondido entre las nubes. Tengo domingos libres de tristeza. Tengo certezas y confianza en mí y los momentos de lectura arrinconados por las necesidades urgentes. Aunque el tallo aún no se ve, la semilla se está abriendo bajo tierra.
En el suelo correcto, en el momento adecuado.
En el suelo correcto, en el momento adecuado.
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