Aparezco en una esquina con la cara pintada de payaso, con la sonrisa ficticia que oculta el miedo enorme que traigo encima. Me paro frente a los autos y lanzo hacia arriba cinco bolas de colores, opciones de futuro barajándose con el aire como cartas de un mazo avejentado de tanto usarlo para apostar. Quisiera encontrar el fin del párrafo, la noche con vos, el libro en mis manos, el mar que ponga límite a tanta tierra recorrida. Necesito reconstruir los pedacitos de mí que viajaron en avión hasta tus manos.
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