Podemos dividir todo en partes iguales
o porcentajes acordados. Podemos olvidarnos de esta historia con un
poco de esfuerzo o con una nueva. Se puede hacer borrón y cuenta
nueva, cambiar el código postal, el email y el teléfono. Quizás al
escribir estos versos estés más cerca del olvido de lo que yo
pienso. Todo puede borrarse del mapa menos los hijos que son un nexo
indeleble, que lastima al que le toca cumplir un horario de visita y
desgarra hasta lo indecible cada vez que hay que volver a una
cotidianeidad viciada de circunstancias y ánimos propios y ajenos.
Se debe ceder, aunque no se quiera, ante una realidad por ahora
implacable aún a riesgo de parecer egoístas.
La procesión va por dentro, sucia por
tanto reproche, cansada de que llueva sobre mojado, silenciosa porque
no sirve llorar y que se note, con la esperanza de encontrar los
recursos que hacen falta y la fuerza para seguir adelante.
Nunca fue tan difícil dejar que el
pasado se lleve lo que ya no sirve.
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