24.5.14

La fiesta terminó...


La fiesta terminó y hoy me toca limpiar y cerrar el salón. Este club de barrio acabó su noche de festival y los restos de madrugada son menos felices que la víspera. A esta hora no queda nada más que la mezcla de amanecer y lamparitas de 100 watts. Las expectativas se convirtieron en desilusión, las promesas de amor en mentiras piadosas y el tipo que llegó trajeado es ahora un borracho durmiendo en la esquina. Barro los puchos consumidos, las servilletas arrugadas y sucias, un pequeño papel con un número de teléfono y un corazón dibujado, saludo a los rezagados bonachones que se van lentamente con la esperanza de encontrar un mundo mejor al salir de aquí. Y entre tantos restos de historias ajenas, mi propia historia de desencuentros. El corazón ya no está para estos trotes, ya no lo puedo engañar ni él me lo creería. El tiempo enseña y a veces cura. Uno se cansa de esta resaca de tantos años queriendo querer. Y cuando el silencio huele a podrido y el alma duele como ni te cuento, encuentro la mirada de mi perro que desde un rincón me observa y me espera con esa complicidad de un amor distinto y para siempre, tal vez el único que valga la pena.


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