Me voy dejándote tu espacio y tu
tiempo. Me alejo esperando que mi decisión sea la correcta y que no
soportes mi ausencia y me busques a cualquier hora con cualquier
excusa solo para escuchar mi voz. Si eso no sucede al menos habremos
ganado tiempo despidiéndonos así, porque el amor puntual y
obediente se parece mucho a una costumbre, a la certeza de que uno
siempre está y cuando las cosas se sienten seguras se deja de luchar
por ellas.
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