Y sí. Parece un argumento sin bases sólidas pero a mí me hace bien ver pasar taxis verdes. Me llenan de un no se qué vital para mi existir. Tal vez son la confirmación constante de que vivo en la ciudad que elegí. Tal vez su color de rana y nieve sea más alegre que los mortuorios negro y amarillo del cono sur. O simplemente mis ojos vean espejismos de alma enamorada de estas calles, de esta capital, de este país de guirnaldas y trompetas. De un amor dentro de otro amor que me arrasó irrespetuoso y se acopló a mis sueños con la única consigna de sumar para el progreso (mío, tuyo, nuestro).
Es inevitable enamorarse de México
1 comentario:
Por ahora colgué la mochila... pero dan ganitas de conocer... cuestión de juntar morlacos, porque su paisaje tienta a cualquiera!
Besos Boo! y feliz post cumple! :D
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